Cuando desperté en la mañana, la mesa ya estaba puesta. Quizá había estado allí antes, pero nunca lo había notado. Era una mesa tan grande y colorida, tan hermosamente dispuesta, que no podía imaginarme cómo alguien podría haberla ignorado. Al acercarme a la mesa me recibió un hombre de alta estatura, aparentamente se trataba del Anfitrión.
"Venga Coma", dijo alegremente.
Y añadió: "¿Quisiera sentarse?".
Vacilé por un instante. "¿Podría hacerle algunas preguntas?" Ciertamente, me dijo.
¿De quién es este banquete? ¿Quién es el que extiende la invitación?
"Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera tome del agua de la vida gratuitamente".
-¿Significa que no tengo que pagar nada?
-Así es.
-Casi nunca tengo hambre a la hora del desayuno -dije mientras miraba la oferta. Recorrí la mesa con la vista de punta a punta.
-¿Por casualidad no tendrá una de esas barritas de granola que pueda meterme en el bolsillo y comerla mientras voy al trabajo? Eso me ahorraría mucho tiempo.
El Anfitrión sonrió. "Encontrará que tiene más apetito que lo que cree tener, al menos la mayoría de las veces. Si toma tiempo al comienzo de cada día para comer un buen desayuno, encontrará que tiene mucho más energía para hacer su trabajo y será mucho más eficiente".
Todavía vacilé. "He conocido a algunas personas que comenzaron comiendo desayuno, poco después añadieron algunas meriendas entre las comidas, y finalmente estaban comiendo todo el día. Engordaron tanto que apenas podían caminar".
-Es verdad -repuso el Anfitrión- que aquellos que no hacen nada sino comer, pronto dejarán de hacerlo. Pero es igualmente cierto que los que no comen nada, morirán. Si usted viene a esta mesa cada día y come alimentos balanceados que tengan como centro el Pan de Vida, usted encontrará la energía para trabajar en la viña todo el día.
Ya casi me tenía convencido cuando noté algo. Sentado al extremo lejano de la mesa, se encontraba el pastor de mi iglesia. Su plato estaba lleno de cosas buenas, y estaba comiendo con evidente delicia.
-"Pero, mire allá, está mi pastor" -le dije al Anfitrión.
-Sí -respondió-. El viene todas las mañanas. El cree mucho eso de comer un buen desayuno.
-Eso es maravilloso -dije-. Así me ahorrará mucho tiempo, porque yo lo escucho predicar todas las semanas, y como sé que él come bien, sé que puedo confiar en él para que me diga cómo son los alimentos. No tendré que venir aquí y tomar el tiempo para comer por mí mismo. Pensándolo bien, quizá por eso es que describe tan bien la comida. Le diré que algunas veces a uno se le hace agua la boca mientras uno lo escucha.
-Es verdad que los que han probado la invitación son los que mejor pueden compartir la invitación de otros -respondió el Anfitrión. Pero nadie puede comer por otro. Para poder recibir fuerzas y alimento, debe venir y comer por sí mismo.
En ese instante puede distinguir el rostro de un conocido líder espiritual al otro extremo de la mesa. "¿También él viene aquí?", le pregunté al Anfitrión.
-Sí, él viene varias horas cada día.
-¿Varias horas? -tragué en seco-. Entonces es mejor que no venga, porque no tengo tanto apetito como para comer por tanto tiempo.
-Sólo se espera que usted coma de acuerdo con su necesidad, no la de otro -respondió. Este señor ha estado viniendo a esta mesa por muchos años. Hace mucho ejercicio, así que desarrolla un tremendo apetito. Pero esta es su primera mañana. Quizás hoy quiera comenzar con un par de panecillos crujientos y un vaso de jugo. Pero si come despacio y mastica bien, obtendrá la nutrición necesaria. Tendrá más energía que la que tenía antes, y será capaz de hacer más ejercicio. Se sorprenderá cuán rápido aumentará su apetito, siempre y cuando continúe combinando los alimentos con el ejercicio adecuado.-Me imagino que tiene razón -suspiré-. Pero estoy tan ocupado. Hay tanto que hacer. ¿No es suficiente que piense sobre los alimentos todo el día?.
Mi anfitrión contestó: "Si usted no come apropiadamente, quizá no pueda evitar pensar sobre los alimentos todo el día. Pero trabajará con mayor eficiencia si come un desayuno completo, y entonces podrá dedicarse a pensar sobre lo que está haciendo".
Estaba apunto de pedirle que me consiguiera un lugar en la mesa, cuando recordé algo más.
"¡Oiga, espere un momento! Todo este asunto de repente me suena a legalismo. Por ejemplo, ¿qué pasa si pierdo un día? Este asunto de comer todos los días parece que fácilmente podría transformarse en salvación por obras. A usted no le gustaría que yo venga a su banquete sólo por hábito. ¿No es así?".
-No puedo pensar en ningún otro hábito que podría traerle mejor salud -dijo mi Anfitrión. Pero usted no ha comprendido bien. Yo estoy aquí todos los días, esperando para servile, esperando para compartir con usted los alimentos abundantes que le he preparado. Aquí estoy. La mesa está aquí. Hay un lugar para usted. Cuando llegué a comprender la importancia de comer para tener vida y crecimiento, y cuando advierta cuánto deseo tener su compañía en el banquete, ¿por qué habría de pasar de largo y seguir su camino? Aquí está, es gratuito, es para usted.
¿Por qué habría de rechazarlo?
Entonces me tomó de la mano y me llevó a mi lugar en la mesa, y comenzó a llenar mi plato con mis alimentos preferidos. Me sirvió uvas, cerezas, frutillas, pan dulce, pero... un momento, me estoy refiriendo a lo que yo comería. Quizá usted prefiera algo totalmente diferente.
¿Por qué no vienes al banquete y escoges por ti mismo los alimentos a servirte?.
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San Agustín, Obispo de Hipona, dijo una vez: "Cantar es Orar dos veces".
Yo me pregunto si esta premisa: ¿será así?.
Veamos lo que nos dice la palabra de Dios acerca de este tema...
En cierta ocación, Josafat, rey de Judá, se despertó con la noticia de que un inmenso ejército invasor estaba en camino hacia él. Se le echó a perder el día. La historia se encuentra en 2 de Crónicas 20. De inmediato Josafat, reunió a todo Israel para ayunar y orar, y vinieron desde cada pueblo y cilla para buscar al Señor. Entonces Josafat los dirigió en una magnífica oración. Nota los elementos de su coración: comienza con una alabanza, continúa con un repaso de los actos salvadores de Dios en el pasado (queriendo decir: "Hazlo de nuevo, Señor") y luego presenta el problema en forma breve:
"Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; y dijo: Jehová, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos; y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que nmo hay quién te resista? Dios nuestro, ¿no echastes tú a los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre diciendo: Si mal viniera sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en la casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. Ahora pues, he aquí los hijos de Amón y Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese; he aquí ellos nos dan el pago viniendo para arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. ¡Oh Dios nuestro!, ¿no los juzgarás tú? Porque nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos" (2 de Crónicas 20:5-12)
El versículo siguiente nos dice que "todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y hijos" (vers.13).
¡A veces, la mitad del secreto del éxito está en sencillamente hacerse presentes! La oración unida libera el poder de Dios.
Evidentemente esto impresionó a Dios, puesto que el Espíritu del Señor habló a través de Jahaziel y, en resumen, dijo: "¿Saben? No se preocupen, yo mismo me haré cargo. Ni siquiera van a tener que pelear contra ellos. Sólo salgan y muéstrense. No tengan miedo. No hagan nada; sólo permanezcan ahí y vean cómo los expulso por la cuesta de Sis" (vers.15-17)
E hicieron esto. Siendo que el Señor estaba haciendo todo el trabajo, ellos no tuvieron nada que hacer sino cantar y alabar su nombre. El rey se entusiasmó con la idea y designó a algunos hombres para "cantar y alabar al Señor, vestidos de sus ornamentos sagrados", diciendo: "Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre" (vers.21).
Imagínate lo que debe haber pensado el comandante del ejército enemigo cuando vio acercarse a este singular ejército.
-Pero, ¿qué está haciendo esta gente? ¿Están locos? No llevan armas consigo, ¿Qué están diciendo?
-No lo sé señor -responde un subalterno.
-Bueno, envía a alguien a averiguarlo.
-Sí, señor.
-¿Señor? -dijo el que traía la respuesta.
-¿Sí?
-Sabemos lo que están diciendo, o mejor dicho, cantando.
-¿Qué?
-Agradecen a Jehová porque su amor es para siempre.
-¿Y eso que significa?
-Señor, ellos están alabando a su Dios.
-¿Por qué? Estamos a punto de masacrarlos, ¿verdad?
-No parecen estar preocupados señor. Simplemente siguien cantando.
Una larga pausa. Y entonces un alarido: "Uh-oh".
La Biblia dice: "Cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Moab, de Amón y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros" (vers.22).
Tres días estuvieron recogiendo los objetos de valor que dejaron los que venían a atacar al pueblo de Dios. Luego, tuvieron una celebración y un servicio de alabranza en el terreno y en el templo. El resultado final de este poco ortodoxo plan de batalla, fue que "el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Istael. Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes" (vers. 29,30).
Quisiera preguntarte hoy: ¿qué batallas estás peleando en estos momentos? ¿Has probado la estrategia de la alabanza? ¿Por qué no ocupar la misma estrategia de guerra que tuvo el pueblo de Israel para los conflictos y batallas que tengas que enfrentar hoy y mañana? Las escrituras dicen: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4:6-7).
¿Porqué no presentamos a Dios nuestras luchas y batallas para que él nos guíe y nos diga que hacer? ¿Te enseñó algo la historia de Josafat? ¿Quisieras aplicarlo a tu vida?
Inténtalo... ¡Verás la diferencia!.