Respondiendo Jesús, dijo: "Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto".
S. Lucas 10:30
La parábola del buen samaritano es la respuesta de Jesús al doctor de la ley que le preguntó: "¿Quién es mi prójimo?"
"Un hombre..." La Biblia no identifica a ese hombre. Nunca menciona su raza, ni su posición social, ni su lengua, ni su nacionalidad. "Un hombre...", y nada más.
No necesitamos saber otra cosa acerca de alguien que está pasadno necesidad.
Jesús ocultó los detalles de la identidad de ese hombre por algún motivo que necesitamos entender.
Entre Jerusalén y Jericó había varios kilómetros de carretera peligrosa, rocosa y desierta. Era el lugar preferido por los ladrones, quienes, amparados en la soledad y la oscuridad del lugar, podían hacer de los viajeros víctimas fáciles. Y en la historia encontramos a ese hombre como una de estas víctimas.
La Biblia dice que los ladrones lo despojaron. Estaba desnudo, y nadie podía identificarlo por la ropa, si eran finas o baratas, si eran de este o aquel país. También había desaparecido los anillos y las joyas (que los hombres utilizaban en esos tiempos), de modo que nadie podía saber si eran joyas falsas o joyas auténticas las que llevaba, para poder de ese modo determinar su capacidad financiera. Y para completar el cuadro de anonimato, estaba inconsciente, no podía hablar y nadie podía oír el acento para decir si el hombre era argentino, boliviano, peruano, chileno, brasileño, colombiano, mejicano, mapuche o indígena.
Lo que Jesús quiere decirnos hoy es que nuestro prójimo no tiene rostro ni identidad. Lo que está tratando de enseñanos es cuál debería ser nuestra actitud con los que sufren. Nuestra preocupación nunca debe ser identificar a la persona antes de ayudarla. No importa si la persona que sufre es rica o pobre, negra o blanca, culta o inculta, buena o mala, palestrina o irakí, incluso, si está sucia o limpia, borracha o lúcida. Como cristianos, debemos estar al lado de los que sufren. No podemos quedarnos del lado de los pobres contra los ricos, ni de los buenos contra los malos. "Un hombre..." Este es nuestro prójimo.
Entre los pobres existen personas que sufren hambre y frío. Pero también hay personas que sufren entre los ricos: sufren angustia, soledad y cristis existencial. Y la orden de Jesús es ayudar a los que están sangrando. Los que sangran por fuera y los que sangran por dentro. No mires su rostro, ni su piel, ni su nacionalidad. Busca, simplemente, a los que sufren. Éste es tu prójimo.
A lo largo de estos días, trata de encontrar a alguien que sufre y muéstrale el amor de Jesús, así como él lo hubiese hecho contigo...
Que Dios Te Bendiga...
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"Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham"
Mateo 1:1
Si lees los primeros 17 versículos del capítulo 1 de San Mateo encontrarás, a primera vista, que en ellos no hay algún mensaje inspirado, sino sólo nombres, algunos conocidos y la mayoría desconocidos.
Pero leyendo con más cuando cuidado notarás que en dicho cuadro genealógico hay algo que no es común entyre los judíos. En ese esquema aparece el nombre de cuatro mujeres; tres son conocidas pecadoras (como Tamar, Rahab y Betsabé) y una es extrajera (Rut).
-Tamar estuvo envuelta en un escándalo público con su suegro y, amparándose bajo la disculpa de que quería justicia, conmetió un pecado abominable a los ojos de Dios (Génesis 38:13-26).
-Rahab era la conocida prostituta que vendía su cuerpo por un poco de dinero a los que visitaban Jericó, pero que entendió el poder de Dios, fue cuativada por su amor y cambió de vida, uniéndose al pueblo de Israel.
-Betsabé también tuvo su nombrte asociado al pecado. Fue obligada a cometer adulterio con David, siendo esposa de Urías.
-Finalmente Rut, una mujer extranjera, sin derechos de ciudadanía, fue rescatada por Booz y llegó a formar parte de los ascendientes de Jesús.
En cualquier tradicional cuadro genealógico judío nunca se incluía a las mujeres. ¿Por qué entonces, en el del más ilustre judío de todos los tiempos se mencionan cuatro mujeres que no tiene muchas cosas en su pasado por las cuales enorgullecerse?.
Cualquier historiador habría sacado a estas mujeres con pasado nada recomendable del cuadro genealógico de Jesús, por miedo a comprometer la figura inmaculada de Cristo. ¿Para qué correr el riesgo de ser mal interpretado por alguien?
Sin embargo, Mateo coloca a esas mujeres en las raíces humanas de Jesús y con eso está presentándonos la esencia del evangelio. Está diciéndonos que en Cristo no hay hombre ni mujer, ni judío ni gentil, que en él no haya lugar para el prejuicio de cualquier tipo.
Y más todavía, Jesús nos está diciendo que en él, el ser humano no tiene pasado. Podemos haber luchado toda la vida para olvidar la miseria que vivimos cuando no conocíamos a Cristo, sin haber conseguido resultados positivos, pero a los pies de Jesús podemos deponer todas nuestras cargas y ansiedades, y si aceptamos arrepentidos su oferta de perdón y el trabajo de su gracia, somos considerados como si nunca hubiésemos pecado.
Entonces, ¿para qué vivimos angustiados por un pecado del pasado?
Podemos ir a Jesús, caer a sus piés y deponer allí todo lo que nos agobia. En él encontraremos descanzo para nuestras almas, sin prejuicio y sin castigo...
No escuches al resto sus retos, porque cualquiera que esté limpio a los ojos de Dios, será el primero en ayudar y perdonar a otros.
¿Si Dios lo hace, porqué tu y yo condenamos a nuestros pares?
No seas judas, ni instrumento de Satanás... apoya al pecador.
Amigo querido, en Jesús, perdón siempre, pero siempre tendrás.
Que Dios Te Bendiga.