"La cordura del hombre detiene su furor, y su honra en pasar por alto la ofensa"
Proverbios 19:11
¿Tú peleas, discutes y reclamas porque piensas que te estás defendiendo? A la luz del consejo de hoy, tú pierdes cada vez que te pones nervioso. La traducción literal de este texto, sería: "la sabiduría del hombre se torna longánima". La palabra hebrea es sekel, que significa sabiduría, prudencia y no específicamente discreción, aunque la discreción sea parte de la sabiduría. El hombre sabio es paciente. No explota ante la primera provocación. Observa primero, analiza y estudia la situación. "Eso depende de la personalidad de cada uno" puedes decir; y es posible que lo sea, pero el propósito de la sabiduría no es colocar el sello de aprobación sobre las actitudes humanas. Es transformar tu temperamento y enseñarte a ser feliz. El camino de la paciencia y del perdón es el único que te llevará a la grandeza. Pero, ¿cómo perdonar si alguien entró a mi casa, violó y mató a mi madre? Sé que es difícil. Imposible, tal vez, desde el punto de vista humano. Pero las cosas imposibles para el hombre, son posibles para Dios. Ser paciente y perdonador, no significa ser insensible. Claro que el dolor está presente. Es inevitable. Es posible que ráfagas de odio y de venganza pasen rápidamente por tu mente. Es natural. Tú serías un robot sin sentimientos, si no sintieras las rabia y la rebelión tratando de hacer nido en tu corazón. El problema es permitir que esos sentimientos negativos se apoderen de tu ser, entregándote voluntariamente a la esclavitud del rencor, envenenado por la amargura del resentimiento. La sabiduría no se combina con el odio, ni con el deseo de venganza. Por un motivo. La sabiduría tiene como único objetivo llevarte a ser feliz, y solo la paciencia y el perdón pueden conseguir eso. Alaba a Dios por la vida, por los momentos buenos y hasta por las pruebas y dificultades que aparecen en tu vida. Haz de este día un día de paciencia. No explotes con facilidad. No digas cosas de las cuales después te arrepentirás. Es muy fácil abrir una herida, pero es muy difícil cicatrizarla. Acude a Jesús. Solo él puede quitar de tu corazón el dolor y la amargura y poner paz y perdón, sin los cuales no hay manera de ser feliz. Y no olvides: "La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa". ¿Podrás hacerlo? Pídele a Dios que te ayude. Que Dios te Bendiga.
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